EN
RECUERDO DE JUAN PABLO II
El hombre que cambió mi corazón
Pasé una
semana bajo el mismo techo que Juan Pablo II. Era el año 1996, en
Tours (Francia). El Santo Padre se alojó en la casa madre de mi
congregación. Una experiencia que nunca se borrará de mi mente.
Juan Pablo II lo miraba todo, y sobre todo miraba el corazón de
quienes estábamos con él. Nadie nunca había llegado tan lejos dentro
de mi alma. ¿Qué debía ver en él? Ni yo misma lo sé, pero algo
cambió en mí.
Entre la intimidad y la profundidad de su mirada, estaba su
picardía; te sorprendía esta mezcla. Hacía bromas, preguntaba,
escuchaba y rezaba a pesar de estar muy cansado y de ser muy tarde.
El día que se iba, nos reunimos todos en la capilla. Yo hacía
fotografías, me arrodillé para hacer la foto de grupo y entonces,
riendo, Juan Pablo II me dio la bendición. Yo sólo pretendía que
todo el mundo cupiese en la foto, y él lo sabía, pero al estar de
rodillas me bendijo, mientras resonaba la risa de todos los
presentes. Comencé a llorar sin saber qué me había pasado.
Cada vez que me encontraba con él, yo perdía la palabra; lo
miraba, me miraba. Pensar que he estado con Juan Pablo II y casi no
le dije nada... ¿Quién se atrevía a hablar?
Podemos decir que es un hombre que ha cambiado el mundo, que ha
cambiado la Iglesia, y puedo decir que fue el hombre que ha cambiado
mi
corazón. ¡Que Dios lo tenga en su Gloria!
Sor GEMMA MORATÓ i SENDRA